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Alfabetización: Avances con profundas desigualdades

En las últimas décadas, el mundo ha presenciado un avance significativo en la alfabetización, alcanzando una tasa global del 87%. Sin embargo, detrás de este logro se ocultan desigualdades que aún no han sido superadas.

Desigualdad 1: El Lugar de Nacimiento. Dónde nacemos sigue siendo un factor determinante en las oportunidades educativas y las cifras evidencian una brecha significativa entre las distintas partes del mundo.

Las regiones de África Subsahariana y Asia del Sur presentan las tasas de alfabetización más bajas del mundo, con un 66% y un 74% respectivamente. En estos lugares, la pobreza, los conflictos y la falta de infraestructura educativa son barreras importantes para la alfabetización.

En contraste, Europa y Asia Central superan el 99% en sus tasas de alfabetización, mientras que América Latina y el Caribe alcanzan el 94%.

Desigualdad 2: El Género. Ser hombre o mujer al nacer es otra dimensión crucial de la desigualdad en la alfabetización. A nivel global, el 90% de los hombres son alfabetizados, es decir, se les ofrece y facilita el acceso a la escolarización; en el caso de las mujeres el porcentaje se queda en el 87%.

Además, si sumamos el factor geográfico y el de género, el panorama es aún más sombrío. En África Subsahariana y Asia del Sur, las barreras culturales y socioeconómicas limitan severamente el acceso de las niñas a la educación. Muchas de ellas abandonan la escuela debido a matrimonios o embarazos tempranos, perpetuando un ciclo de baja alfabetización y reduciendo sus oportunidades de mejorar su calidad de vida.

Desigualdad 3: La Inversión en Educación. La relación entre la inversión en educación y las tasas de alfabetización es clara. Países nórdicos como Finlandia, Noruega y Suecia destinan entre un 6,3% y un 7% de su producto interior bruto (PIB) a la educación, lo que les permite mantener tasas de alfabetización cercanas al 100%. Estos países no solo priorizan el acceso universal a la educación, sino también la calidad de la misma, lo que se refleja en sus altos puntajes en pruebas internacionales.

En el extremo opuesto, países como Chad y Níger, que destinan entre un 2% y un 3% de su PIB a la educación, enfrentan tasas de alfabetización dramáticamente bajas, cercanas al 30%. Esta falta de inversión perpetúa un ciclo de pobreza, afectando particularmente a las mujeres.

Desigualdad 4: Las lenguas indígenas no reconocidas. El conocimiento de las lenguas indígenas en algunos países no es un indicador efectivo de alfabetización debido a la definición tradicional de alfabetización, que se centra en la capacidad de leer y escribir en una lengua oficial. Muchas personas que hablan lenguas indígenas no tienen acceso a una educación que les permita desarrollar habilidades en la lengua oficial, lo que puede llevar a que no sean consideradas alfabetizadas a pesar de su competencia en su lengua nativa. Además, la falta de recursos educativos en lenguas indígenas y las condiciones socioeconómicas desfavorables en las comunidades donde se hablan estas lenguas también influyen negativamente en la alfabetización.

Asimismo, las políticas educativas en muchos países suelen no incluir la enseñanza en lenguas indígenas, lo que agrava la situación de los hablantes de estas lenguas. Esta marginalización, combinada con el estigma hacia las lenguas indígenas, contribuye a la percepción de que su conocimiento no se traduce en alfabetización.

El desafío hacia 2030

El objetivo de alcanzar la alfabetización universal para 2030 es ambicioso y requiere un esfuerzo global concertado. Es imperativo que los gobiernos y organizaciones internacionales aumenten su inversión en educación, especialmente en las regiones más afectadas, para garantizar que todas las personas, sin importar su género o lugar de nacimiento, tengan acceso a una educación que les permita participar plenamente en la sociedad.

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