México

La grandeza de México no tiene que ver tan solo, ni principalmente, con su tamaño, con su población o con su economía, sino sobre todo con su diversidad cultural y natural, con la fuerza de civilizaciones legendarias que nutren la historia, con la inmensa riqueza de sus tradiciones, de su resistencia ante las adversidades, con el valor, con la creatividad y el ingenio que van forjando los pueblos y que los hacen capaces de mantener la unidad vital en medio de la pluralidad.

México es una mezcla única de civilizaciones antiguas y modernas. Esta mezcla le ha permitido transformarse en una nación diversa, vibrante, enigmática para muchos; pero para otros es un camino obligado, difícil, y arriesgado, camino donde las garras de las mafias, la trata de personas, la violencia puede hacerte su presa. Pero también es, un camino donde la solidaridad, la mano amiga, la hospitalidad, la amistad, devuelven la esperanza de alcanzar un día el sueño de un mañana mejor.

Como Apostólicas estamos inmersas en esta diversidad cultural, y desde el sentido del servicio a la comunidad y a nuestro pueblo, estamos presentes en cuatro lugares de misión: La Polvorilla y Santa Cruz (En la Ciudad de México), Guadalajara (Jalisco) y en la frontera sur de México, en Tapachula (Chiapas). Desde estos pueblos reconocemos que Dios se nos ha ido regalando como un Dios escondido en lo pequeño, en lo frágil pero también en la resistencia, en la organización desde el trabajo en red con otros y otras, sumando fuerzas para que un día podamos todos y todas sentarnos a la mesa donde no haya ni primeros ni últimos.

En fidelidad a nuestro carisma nos seguimos sintiendo invitadas a vivir y promover responsablemente:

• El valor de la dignidad de la persona y el empoderamiento
• La solidaridad y la justicia
• La relación, la amistad con los más vulnerables.
• El cuidado de toda vida, de la casa común y de la vecindad colectiva