Es el momento de “soltar dos pájaros de una jaula, entendiendo que esos pájaros son la dominación de la tierra y la dominación de las mujeres y que ambos están vinculadas”. Geraldina Céspedes, teóloga dominica afro-latinoamericana.
Decir ecofeminismo es hablar un movimiento que articula la lucha por la liberación de la tierra y de las mujeres, enfrentando, con esperanza, todo aquello que promueve o defiende la destrucción de la casa común con un modelo de desarrollo que es insostenible.
Partimos de que la crisis ecológica y la crisis del patriarcado constituyen dos caras de la misma moneda y de que solo cambiando la forma de comprender las relaciones con la naturaleza y las relaciones entre hombres y mujeres –huyendo de la visión antropocéntrica que atrapa a las mujeres y a la tierra- podremos cambiar el paradigma.
Relaciones desajustadas
Las relaciones entre hombres y mujeres, y de estos con la naturaleza, están marcadas por un desequilibrio. Si nos fijamos en las primeras, percibimos, en términos creyentes, una situación de pecado, prácticas androcéntricas que excluyen a las mujeres.
Si hablamos de las segundas, vemos distintas formas en las que estamos contaminando y destruyendo la casa común:
- Feminización de la pobreza
- Múltiples formas de violencia hacia el cuerpo de la tierra y de las mujeres
- La mercantilización y destrucción de las mujeres y de la tierra
Ejes clave del ecofeminismo
- Crítica al capitalismo patriarcal: los diversos tipos de ecofeminismo, incluido el teológico y espiritual, comparten el mismo análisis respecto a la Conexión que existe entre la subordinación de las mujeres y la explotación de la naturaleza como dos caras de una misma moneda.
- Interconexión entre las distintas formas de opresión: cómo afirman algunas teólogas feministas, el análisis de la crisis ecológica no toca el corazón de la cuestión hasta que no vea la conexión que existe entre la explotación de la tierra y el tratamiento sexista hacia las mujeres
- La búsqueda de nuevos paradigmas de relación: el ecofeminismo ve como urgente plantear una relación nueva entre mujer y hombre que no caiga en la ‘naturalización’ de las mujeres (como seres emocionales, frente a la racionalidad otorgada a lo masculino).
- Sostenibilidad ecológica y social: basada en relaciones de sororidad/fraternidad con la naturaleza y los seres humanos. Las soluciones a los problemas socio-ambientales tienen que incluir la perspectiva feminista.
- Cuidado de la diversidad-biodiversidad: en medio de un sistema que busca la uniformidad y la eliminación de las diferencias (no tolera los arcoíris), el ecofeminismo enfatiza el respeto y la preservación de la diversidad biológica, cultural, sexual, religiosa, etc.
- Democracia radical. Es necesario buscar la participación real y la comunicación en las relaciones sociales y en las formas de gobierno, inspiradas en la democracia como valor que hay que vivir en cualquier nivel, desde el ámbito doméstico, hasta los de toma de decisión. El sueño es la construcción de la biocracia.
- Colocar la vida en el centro: colocar al hombre como el centro y fin de todas las cosas ha traído consecuencias nefastas para las mujeres y la naturaleza. Por eso, pensadores -hombres y mujeres- del ámbito filosófico, teológico, sociológico, etc. plantean el biocentrismo como alternativa. Se trata de propiciar una relación interactiva ser humano-naturaleza en la que ambos se incluyan, se respeten y se cuiden.
Portadoras de esperanza
El ecofeminismo es un paradigma portador de esperanza porque es una perspectiva con más capacidad y potencial para unir las fuerzas, para hacer sinergias.
Podemos comparar con una plaza pública, la plaza abierta en la que confluyen personas y grupos de procedencias diversas que lo que buscan es convivir, coexistir en un aire puro. Espacio abierto con un carácter de dialogo
Hoy podemos detectar muchos pequeños signos de esperanza, de resistencia, como la deconstrucción del género como un camino para un nuevo paradigma relacional, los grupos de mujeres en la sociedad y en la iglesia. Estamos en un punto de no retorno tanto en la sociedad como en la iglesia.
El ser humano no ha tejido la trama de la vida, somos solo uno de sus hilos.