Luz Casanova

Si leemos cada uno/a nuestra historia personal, descubriremos que a lo largo de nuestra vida ha habido gente que nos ha “marcado”, gente de la que hemos aprendido y a la que debemos mucho de lo que somos. Pues eso fue lo que le pasó a Luz. A ella, entre otros, le marcó mucho su abuelo por la sensibilidad que tenía hacia los más pobres, y más todavía, después de morir y tener que asumir su pérdida. Por otro lado, el ambiente social de esa época era mucho más religioso que el que tenemos actualmente. El amor que Luz Casanova le tenía a Jesús de Nazaret le venía desde muy pequeña.

Luz Casanova era asturiana y de una familia aristócrata. Cuando ella tenía doce años, su madre decidió trasladarse a Madrid con toda la familia para atender mejor la educación de sus hijos. Es allí cuando Luz se abrió a la realidad con toda su crudeza.

Era un tiempo complicado. Allá por el año 1900 masas de campesinos emigraron a las grandes ciudades para conseguir un trabajo y en Madrid se formaron grandes barriadas sin apenas recursos de ningún tipo. Luz, que siempre fue muy espabilada e inquieta, no se pudo quedar al margen de esa realidad, a pesar de que eso le podía poner en conflicto con su familia y con las “reglas de buena conducta” de la gente de su clase. Los márgenes y las periferias fueron, para Luz, caminos cada vez más transitados.

Poco a poco, Luz Casanova fue experimentando que el amor a Jesús y el amor a los pobres a los que ella estaba entregando su vida no eran amores contradictorios, sino que, por el contrario, entendió que sólo podía amar a Jesús si amaba a los pobres. Su vida se fue comprometiendo hasta la médula en el servicio a la gente más vulnerable de Madrid, ya fuera por causa de la salud, la ideología, o la pobreza… No iba sola, sino que en su hacer, se fue rodeando de gente en el camino, algunas mujeres, entre otras, que después serían compañeras en la nueva congregación. Fue creando escuelas, comedores, dispensarios… Todo en un plano muy precario, pero con la intención de llegar al máximo número de personas y procurando el mayor beneficio a quien necesitara de ellas.

Así estuvo Luz Casanova veinte años: viviendo como laica comprometida y pasando por rachas bastante complicadas y difíciles, tanto para ella como para las distintas obras y proyectos que llevaban entre manos. Pocas veces se había planteado Luz la posibilidad de ser religiosa, dada la imagen que se tenía y que predominaba en esa sociedad sobre las religiosas, con una vida mucho más conventual y estructurada. Pero después de todos estos años y tras unos Ejercicios Espirituales que hicieron un grupo de ellas, Luz Casanova y las primeras compañeras intuyeron que formar una nueva congregación era la llamada que el Espíritu les estaba haciendo, entre otras cosas, para dar consistencia a la obra que ya estaba en marcha. Es un momento muy importante, de gran alegría para las ocho hermanas que se sintieron especialmente invitadas a “recrear la misma vida y misión de Jesús y sus Apóstoles”. El 31 de Mayo de 1924 es la fecha en la que nace nuestra congregación de Apostólicas del Corazón de Jesús.

Hasta 1936, el año en que empezó la Guerra Civil Española, la congregación vivió un tiempo de expansión y crecimiento y se siguió desarrollando una actividad muy intensa y variada. Durante la guerra, Luz Casanova aprovechó para escribir todo aquello que pudiera ser inspirador para las hermanas presentes y futuras, documentos que todavía hoy conservamos y son de una gran riqueza para nosotras. Al final de la guerra, las hermanas se encontraron las escuelas arrasadas, los edificios ocupados, toda la Obra destruida y las comunidades dispersas, además de la situación traumática de posguerra en la sociedad española. Es en este momento cuando Luz pronuncia su frase de “Volveremos a empezar”, frase que continúa resonando en nosotras, cada vez que la crisis llama a nuestras puertas…

Cuando el 8 de Enero de 1949 muere Luz Casanova, la Congregación que ella fundó, siguió escuchando la llamada de Dios en los pobres. Hoy seguimos manteniendo vivo su sueño, anunciándolo a otros pueblos y culturas… “Id por el mundo y anunciad la Buena Noticia a toda la humanidad” (Mc. 16,15)

Una mujer militante, capaz de afrontar los conflictos y vivirlos confiadamente
“Acuérdate siempre que actúes,
que con el combate hay que contar,
hay que esperarlo… ¿cuándo? Cada día…”

Una mujer consciente de su cuerpo, que desde su corporalidad desea vivir eucarísticamente
“Tened el más ardiente amor al Salvador
y la máxima estima de la persona…”

Una mujer atenta a no perder la ternura en la duraza de la vida
“Que los padecimientos de los pobres,
no endurezcan vuestro corazón…”

Una mujer con un fuerte nivel de autonomía y personalización
“Hacer las cosas, sin necesidad de que nadie
esté ocupándose de que sea fiel en su obligación…”

Una mujer que desarrolla al máximo sus potencialidades para el Reino
“Dios nos ha dado nuestras facultades para servirle,
si me entregó cinco, no basta con que rinda tres…”

Una mujer responsable del uso de su tiempo
“Como en esta obra no es posible tener el tiempo distribuido por horas,
hay que tener un verdadero empeño de aprovechar este tiempo,
sin que sea a toque de campaña…”

Una mujer de pensamiento
“La formación radica en el corazón”

Pero fundamentalmente de práctica:
“Ama para actuar y actúa para amar”

1873: El 28 de agosto nace Luz R. Casanova en Avilés, Asturias. El 30 de agosto fue Bautizada en la Parroquia de S. Nicolás de Bari, de Avilés.
1877: Es confirmada por el Arzobispo de Manila, en Madrid.
1878: Muere su padre.
1884: Muere el abuelo José al cual ella estaba particularmente unida desde que perdió a su padre y del que tomó ejemplo en su amor a los pobres.
1885: Primera Comunión en San Nicolás de Bari en Avilés.
1885: La familia se traslada a vivir definitivamente en Madrid.
1888: Luz decide dedicarse a una vida de piedad y caridad.
1897: En Lourdes, ante la Virgen, decide fundar el “Patronato de Enfermos”.
1902: Abre la primera escuela, "Preservación de la Fe" y "Escuela popular", en unos años llegará a atender más de cien escuelitas.
1910: Funda el "Patronato de enfermos", le siguen los comedores, oficina de matrimonios, albergues...
1924: El 31 de mayo, Luz, con las primeras compañeras comienzan vida de comunidad
1927: El Obispo de Madrid aprueba la Congregación "Damas Apostólicas del Sagrado Corazón de Jesús"
1930: Hacen la Primera Profesión religiosa el grupo inicial.
1926-1935: Funda las casas en Granada, Barcelona, Roma, Valencia.
1936-1939: Guerra civil española, son perseguidas. Luz y varias compañeras, logran pasar a Pamplona.
1939: Al regresar a Madrid, y ver todos las casas y escuelas destruidas, Luz repite :"Volveremos a empezar"
1940-1949: Fundación de las casas de Daimiel, Bilbao y Pamplona
1943: El Papa Pío XII da la primera aprobación de las Constituciones por un septenio (en el 1950 llega la Aprobación Definitiva).
1949: Muere Luz Casanova en Madrid, el 8 de enero, con fama de santidad y su cuerpo es enterrado en la iglesia de la casa fundacional de Santa Engracia

Espiritualidad Ignaciana y Luz Rodríguez Casanova

La lectura de este libro no deja indiferente. Sorprende. No es una investigación al “uso” sobre la fundadora de una congregación religiosa, sino que su novedad radica en el enfoque y la metodología utilizada. Como constata su autora, la Espiritualidad Ignaciana ha interesado desde su origen a muchas mujeres, que han encontrado en ella el manantial del que beber para vivir el seguimiento de Cristo en el corazón del mundo, como contemplativas en la acción. Si bien los estudios sobre la incidencia de dicha espiritualidad en la religiosidad femenina son abundantes, no lo son tanto los que profundizan en la aportación de las propias mujeres a dicha espiritualidad desde claves de género. Este libro pretende contribuir a ello con el estudio de la obra inédita de Luz R. Casanova (1873-1949) y su aportación a la historia de la espiritualidad.

En este trabajo se investiga y analiza con rigor la singularidad y autoría de Luz Casanova desde una doble perspectiva: como mujer laica comprometida en el apostolado social en Madrid a través de sus numerosos proyectos socio-educativos (1899-1924) y, más tarde, como fundadora de la congregación Damas Apostólicas del Corazón de Jesús (1924). El libro parte de dos categorías que resultan centrales en la investigación: la de “ignacianidad” y la de “originalidad femenina”. Parte de su novedad radica en el atrevimiento de entrecruzarlas y aplicarlas dentro de un estudio teológico-espiritual. Pese a que la obra no es divulgativa, sino de estudio, su lectura resulta ágil y provocadora a lo largo de los cuatro capítulos en los que se estructura el texto.

Entre las temáticas más interesantes que aborda el libro destaca el planteamiento de la experiencia espiritual como fuente de capacitación y “empoderamiento” y la ruptura que supone con la “pasividad” como atribución “natural” en la vida de las mujeres y con la relegación al ámbito privado de su aportación a la vida eclesial y social. El libro nos adentra en la espiritualidad de Luz Casanova desde dos claves específicas: la relación y la acción, subrayando especialmente en su vivencia el dinamismo apostólico y la dimensión pública del seguimiento a Jesús entre los pobres. Esta experiencia es definida como un “retorno de amor” ante tanto bien recibido, donde la paradoja de su inefabilidad lleva a Luz Casanova a intentar “ponerle palabra” y ofrecer una mistagogía a través de numerosos textos, entre ellos los Ejercicios Espirituales para uso de las Damas Apostólicas.

Otros aspectos enormemente sugerentes por su gran actualidad y el modo de ser planteados son los referidos a la mediación femenina y al desarrollo de una espiritualidad corporal. A través del estudio de numerosos textos se pasadevaluación del cuerpo femenino, a su reconocimiento como don, desde una perspectiva de entrega eucarística. El estudio analiza también el protagonismo y la complicidad de las mujeres en la vida y obra de Luz Casanova, donde ella encontró fuerza, generosidad, riesgo y apuesta incondicional para poner en marcha sus obras.

En las mujeres del Evangelio, Luz Casanova encontró fuerza y consolación en su experiencia espiritual, sobre todo de María Magdalena, María de Nazaret y la mujer cananea, También santas como Teresa de Jesús, Teresa de Lisieux o Catalina de Siena serán su referente femenino en el seguimiento de Jesús, junto a Ignacio de Loyola, Francisco Javier y los apóstoles Pedro, Juan y Tomás. Ellas y ellos serán sus compañeros de camino en la invitación a “reproducir la vida de Jesús y sus apóstoles” entre los pobres, que es lo que constituye el núcleo de su experiencia fundante. (MARÍA JOSÉ TORRES PÉREZ, Espiritualidad y originalidad femenina en Luz R. Casanova (1873-1949), Verbo Divino, 2014).